La rebelión obrera agricola contra las segadoras

La rebelión obrera agricola contra las segadoras

 

El ludismo fue un movimiento obrero que adquirió auge en Inglaterra a partir de 1811, y cuyas acciones se basaban en la revuelta espontánea y desorganizada, atacando con frecuencia a los instrumentos de producción. Sus seguidores se llamaban ludistas o luditas, nombre que tomaron del semilegendario líder del movimiento, Ned Ludd.

 

Los luditas se organizaron en Los Arcos en 1903 para destruir una segadora, a la que acusaban de provocar el paro forzoso. Lo sucedido en los Arcos se puede calificar como ejemplo de una conflictividad puntual.

El día 22 de junio de 1903 se produjo en Los Arcos un suceso calificado de un pequeño alboroto para unos y como acto de salvajismo para otros.

Dada la escasez de braceros y la urgencia de llevarse a cabo las labores de la siega, en estos últimos años venían pagándose en Los Arcos elevados jornales por segar, pidiendo en el presente los obreros del campo 7 Pts sin limitación de horas. En estas condiciones, los propietarios resolvieron adquirir máquinas que se encargaron en Alemania, de la casa Burger. Los obreros recibieron mal esta demanda porque, según ellos, las segadoras se traían para quitarles la ocasión de ganar un buen jornal.

En la mañana del 22, se hallaban como de costumbre, en la plaza de la villa en disposición de quien quisiera entregarles trabajo en alguno de los tajos o campos de cebada susceptibles de ser segados. Había a tal fin dos máquinas pertenecientes a Don Joaquín Gastón, una segadora y la otra atadora y al frente de ellas de hallaba, Don Manuel Goñi Echandi, veterinario y representante de la casa constructora de dichas máquinas, y encargado de instruir a los que iban a manejar dichas máquinas. Elegidos estos, el resto comenzó a protestar de forma espontánea, que “era la manera, entre los agricultores, de manifestar su espíritu de lucha de clases. Y de la protesta verbal, pasaron a las “vías de los hechos”.

Según versiones coincidentes, “140 hombres y algunas mujeres se arrojaron tumultuosamente sobre las segadoras y las hicieron añicos, y después las arrojaron por el paredón al río Odrón.

El Gobernador, en cuanto conoció los hechos, exigió al alcalde que enjaulara a los autores de los atropellos cometidos. Al día siguiente con la llegada del Teniente coronel de la Guardia Civil, el inspector de vigilancia, Sr.Casi y un contingente considerable de las Fuerzas del Primer Batallón de Cazadores de Montaña de Estella. Los Arcos quedaría convertida en una cárcel de 2.200 reclusos. Y no tuvieron ninguna dificultad para enchorizar en jaulas especiales a un grupo significativo de labradores.

Este asunto acaecido en Los Arcos trascendió hasta Madrid, y allí se quiso explotar políticamente el asunto en el Senado. Un tal Sr. Labastida sugirió se castigase a los culpables con mano de hierro a los “braceros insurrectos e ignorantes”. El Sr. Maura, mucho más inteligentemente, trato de quitar hierro al asunto.

Sin embargo, la “cosa” tenía importancia y el motín era un hecho que estaba a punto de consumarse. Los obreros, al enterarse de que habían encerrado a muchos compañeros en la cárcel, acudieron a la cárcel de Estella con ánimos de arrancar los barrotes de las rejas y dar suelta a los presos. Cosa que lo intentaron, faltándoles tiempo para lograrlo, ya que ante la presencia de los soldados tuvieron que huir. Horas más tarde el juez de Estella, decretaría, horas más tarde la libertad de los detenidos.

Lo que sucedió en Los Arcos, fue un violento conflicto, cuyo espejo más exacto se remonta a los viejos tiempos del más rancio ludismo.

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