El "Cacho" de Los Arcos

EL CACHO DE LOS ARCOS

Era un mozo bragado, campesino de azada y laya de aquellos viejos tiempos de aquellos viejos tiempos. Trabajador impenitente, bracero y ligado a aquellas banderías locales de Estella, denominadas cuadrillas, de rondas de vasos y de canciones a las mozas de trapío.

Las distintas cuadrillas, de cuando en vez se cruzaban en las bodegas, aquellas tabernas de pendón, a mitad de calle, colgando de la ventana del primer piso de la casa donde “echaban vino” y se enfrentaban unas veces verbalmente y otras a mamporro limpio.

Fue en esta o parecida circunstancia, cuándo en un arranque de ira,”el cacho de Los Arcos” tiró de navaja y se cargó a un prójimo.

Nuestro protagonista y su cuadrilla, tras el “chandrío” se fueron cada cual para casa esperando los acontecimientos que les depararía el día siguiente, cuándo se pusiera en marcha la acción de la justicia, la cual, tomadas las diligencias correspondientes, sacaron la conclusión de que el autor había sido el personaje que narramos.

En el momento que la guardia civil y el juez acudieron a su domicilio con intención de proceder a su detención e interrogatorio, se enteraron que el pájaro había volado, pero no como huido de la justicia, sino a una viña cerca del término de Grocin., propiedad de los maltemples.

Allí se dirigieron el juez y una pareja de la guardia civil, para proceder a su detención.

El cacho les dijo marchad pa` Estella que en cuando termine este rencle iré al cuartel

Palabra que cumplió, “El cacho” prefirió cargar con la culpa y no inculpó a ninguno de sus compañeros de aquella noche de vino y reyerta.

Una vez terminado el juicio por el cual se le castigó a varios años de presidio, fue trasladado al penal de Alicante, curiosamente al mismo centro dónde murió, cerca de medio siglo después, el conocido poeta de Orihuela, Miguel Hernández.

El carácter abierto de “El Cacho” así como su ingenio, le sirvió para que se ganase el aprecio y la confianza de sus compañeros de prisión y de los vigilantes y dirección de dicha cárcel.

Según noticias llegó a domar los gatos del penal de tal manera que realizaban variados ejercicios circenses, siendo felicitado por las autoridades carcelarias, ya que, en todas las visitas oficiales que acudían al penal de Alicante, un acto programado por la dirección de dicho centro era el número circense que, a base de los gatos del penal, dirigía nuestro protagonista.

Paso el tiempo, una vez cumplida su condena, “El Cacho” de Los Arcos que sabemos que era cacho, pero ignoramos si era de la villa de Los Arcos volvió a Estella. Matrimonió con una muchacha de Estella y nunca más se le vio en trifulcas.

Vivió y murió pacíficamente con muchos años, y en ocasiones, en alguna de aquellas viejas tabernas de pendón a mitad de calle, solía hacer las delicias de la concurrencia contando sus aventuras sin reservas, con gracia y sin rencor.

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