"Los Arcos en el año 2000", así nos imaginaban en 1931

"Los Arcos en el año 2000", así nos imaginaban en 1931

Este curioso artículo se publicó en una revista local con fecha 15 de Agosto de 1931, recomendamos su lectura para que descubrais cómo imaginaban nuestros antepasados Los Arcos en el año 2000.

¿crees que coincidirá esta visión con la realidad actual?

Disfrutadlo!!

 

Era una tarde calurosa del estío. Huyendo de los rayos de un sol abrasador, me dirigí en busca de un poco de frescura para mis miembros y quietud para mi espíritu, a un delicioso lugar próximo al pueblo, en donde parece que se respira un ambiente de poesía.

Allá tendido sobre la hierba fresca y mullida, amparado por la benéfica sombra de copudos arboles, y entre el alegre gorgoreo de inquietos pajarillos y el riente cantar de un arroyuelo cuyas aguas alegres y juguetonas besaban mis pies, me puse a pensar.

Quise, basándome en la macha de los actuales acontecimientos intentar ver el futuro; quise adivinar el porvenir de Navarra y quise sobre todo saber qué será de Los Arcos dentro de setenta años; pero mi pobre imaginación y pensamiento a tales tretas desacostumbrados fueron debilitándose; ya los conceptos aparecían confusos y las imágenes borrosas, poco a poco un dulce sopor se apoderó de mí, hasta que caí rendido en los brazos de Morfeo.

Entonces comencé a soñar. Vi junto a mí a un elegante y apuesto chauffeur , quien con exquisita cortesía me invitó a que tomar asiento en un soberbio coche, cuya portezuela se abrió y cerró automáticamente. Raudo y veloz cual saeta que cruza el espacio, recorrió la ancha y bien alquitranada carretera de Mues, dejándome a los pocos segundos a las puertas de un soberbio edificio, en cuyo interior todo era ruido, actividad y movimiento; era el garaje Piérola, que se había convertido en una estupenda fábrica de Hispanos.

Dirigí una mirada alrededor, y me quedé estupefacto. Las áridas carreteras de hoy se habían trocado en deliciosos paseos, en cuyo suelo dibujaban vistosísimas figuras, los rayos solares al atravesar el frondoso ramaje de los bien podados árboles. A ambos lados se veían bellísimos jardines en los que se notaba las manos expertas de solícitos jardineros y alternaban con los variados colores de las flores, las bellas irisaciones que producían las finísimas gotas de agua de los surtidores al ser atravesadas por el sol.

En la carretera de la Serna todo estaba desconocido, al agudo chasquido del látigo había sucedido el penetrante sonido de la bocina y al molesto chirriar de los carros el silencio rodar del automóvil. Todo era vida y movimiento, autobuses y coches de punto que iban y venían de la Estación, …..
….. de telas recientemente confeccionadas por las colosales máquinas de la fábrica monumental de tejidos (hoy Tejería). Vida, actividad, agitación.

Los corrales de la misma carretera, eran grandiosos hoteles, donde se hablaban varios idiomas y que podían competir con los mejores extranjeros. En el Coso donde ya no se lidiaban las clásicas vaquillas, pues se había construido por el camino de las huertas una gigantesca Plaza de Toros (su diámetro medía cinco metros más que el del Stadium de Barcelona), se levantaba un quiosco, verdadera monada arquitectónica, cuya construcción encomendada al mejor arquitecto español, había costado al municipio más de 500.000 ptas. Dos bandas de música integradas por veinticinco miembros cada una, se sucedían diariamente a las últimas horas de la tarde, danto portentosos conciertos de fama mundial, que atraían a Los Arcos a multitud de turistas ávidos de gustar las bellezas del Divino arte; y hasta los mismos enamorados suspendían sus coloquios amorosos para dejarse llevar por un momento en alas de tan celestes armonías a las altas regiones de una sublime inconsciencia.

Ya no existía la Plaza de Santa Maria; la había suplantado una magnífica Plaza del Mercado y ¡oh poder inconmensurable de los tiempos! ¿creéis que al entrar en ella escucharemos los obligados denuestos e improperios que mutuamente se suelen dirigir las dueñas de los puestos de verduras, y que parece ser una condición indispensable para poder pertenecer al gremio? Pues no. Es tal la caridad cristiana que entre ellas existe, que si vienen tres vendedoras con las mismas mercancías y una o dos de ellas las ofrecen en condiciones más económicas, todas se lanzan enseguida a comprar para que sus compañeras puedan ganar más en la reventa.

Desde la Plaza del Mercado podemos ver la Calle del Medio, convertida en la Gran Avenida Franciscana. Multitud de tranvías de dos pisos la recorren por ambas partes, y por doquiera podemos observar grupos de curiosos aldeanos, que con la boca abierta y un aire de imbecilidad, se quedan parados ante lujosos escaparates.

Ya no son los carros de paja los que detienen el paso de los transeúntes, es el guardia de la porra el que con gesto olímpico manda detener la avalancha de gente de tiempo en tiempo por los numerosos coches que bajan por el Rancho.

Desde aquí puede escucharse el agudo silbido de las sirenas de los buques que se hallan cargando y descargando en el muelle del Odrón (una leve sonrisa veo dibujada en vuestros labios, y sin embargo tal es la verdad). Ese riachuelo hoy día insignificante, cuyas aguas con tanta frecuencia vemos estancadas y su corriente interrumpida en los largos y calurosos días de verano, lo vi en la época a que me refiero, convertido en uno de los principales ríos europeos.
Una gran perturbación cósmica cuyos efectos se dejaron sentir de una manera especial en Navarra, hizo que la Peña de Codés y montes circunvecinos vomitaran las aguas que albergaban sus entrañas, desviando también el curso del Ega y uniéndose todas ellas en ingente masa decidieron abandonar la prisión de las montañas y lanzarse impetuosas por el Congosto, en busca de las libres llanuras ribereñas.

Incalculables y costosísimos trabajos fueron precisos para domeñar a la fiera y reducirla a su jaula, tanto es así, que la sola canalización del Odrón solucionó el paro durante varios meses a España, Francia y Alemania; y una vez realizadas las obras allá donde las aguas desbordadas sembraron la desolación y la muerte, llevaban ahora las aguas canalizadas la prosperidad y la riqueza. Queriendo expresar su frase gráfica esto último, decían las gentes del año dos mil que cada gota del Odrón valía una peseta y una sonrisa.

Interminable me haría si quisiera pintaros a Los Arcos tal y como lo vi en aquel sueño inolvidable. Porque ¿cómo expresar en pocas palabras la animación y variedad de tipos y razas que tenían su asiento en la Calle Mayor, dando a Los Arcos el carácter de ciudad cosmopolita? ¡cómo podré descubrir las bellezas y comodidad jamás imaginadas del Castillo que le habían conquistado el título atrayente de “Monte de las delicias” y donde tenían su residencia veraniega treinta y cinco Jefes de Estado y diez y siete príncipes orientales!¡ Qué decir del espacioso campo de aterrizaje situado en el Prado y donde salían diariamente en distintas direcciones más de cien aviones y zepelines?

Sería inoportuno descender a detalles, porque un libro entero no bastaría para trazar un diseño imperfecto de Los Arcos en el año 2000.

Sin embargo antes de terminar he de advertir que entre las muchas maravillas y bellezas que llevo relatadas y otras más que veo precisado a omitir la que más sobresalía, la que destacaba, como se destaca la luz del sol de la de las demás estrellas, era la mujer que con su simpatía, donosura y belleza, constituían el encanto de todos cuantos venía a visitarnos, pero a pesar de eso yo tengo que reconocer, que haciendo honor a la verdad y a la justicia, que ni en belleza, ni en donosura, ni en simpatía podían competir con las de hoy.

…… de los siete aviones cohetes de Los Arcos pasó como un rayo por encima de mi cabeza, despertándome con sus detonaciones; y así mientras el subía de la tierra a las altas regiones del espacio, yo bajaba de las elevadas esferas de la fantasía a la triste y prosaica realidad.

Todo había sido un sueño.
Y ahora os pregunto yo. ¿Quién me inspiró ese sueño? ¿fue quizá alguno de los espíritus conocedores del porvenir? ¿O fue tal vez fruto de un amor exaltado al pueblo donde nací?
Nuestros nietos tienen la palabra.

 

FIRMADO: JAUNFABA

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