Profesión de Caballero de la orden de Santiago en el convento de San Francisco de Los Arcos, año 1653 (Parte II)

Profesión de Caballero de la orden de Santiago en el convento de San Francisco de Los Arcos, año 1653 (Parte II)

 

DON ANTONIO LOPEZ DE MIRAFUENTES

 HACE PROFESIÓN DE CABALLERO DEL HÁBITO DE SANTIAGO

 EN EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE LOS ARCOS, AÑO 1653

 

B.- Profesión de Caballero de Santiago en la Iglesia de San Francisco.

 

            Dijimos en el capítulo precedente cómo se fue haciendo la “concentración parcelaria” para la construcción de los diversos edificios del convento de San Francisco y cómo y por qué surgieron las calles que ahora nos conducen a su entorno. También hemos recordado algún bienhechor insigne. Pero, entre éstos, el más generoso fue el sacerdote de la parroquia don Ramiro de Torres, quien era tan amigo de los religiosos que pidió al Padre General de los Capuchinos, fray Ampliciano de Milán, que le permitiera ser enterrado en la iglesia aunque no fuese capuchino. El testamento de este beneficiado y comisario del Santo Oficio, en la mayor parte de las mandas, fue a favor del convento y sus obras de la iglesia, retablo, de la librería (biblioteca), etc., además de haber cedido algún terreno en la misma plaza. También se acordó del convento Diego López de Barnuevo, indiano residente en El Cuzco (Perú), y otros.

 

            Algunos oficiales en la obra: Entre los maestros de obras, con oficio de canteros, el que nos ha dejado referencia más explícita es Martín de Ordocia. Este señor, nacido en Echarri Aranaz, nos dice en su testamento que tomó la obra del convento de Capuchinos conforme la tenía Juan López de Apesteguía, su tío. Otro cantero figura con nombre propio, Juan de Arrache y, entre los herreros, Juan de Zanguitu, encargado de acondicionar la herramienta para canteros, albañiles, carpinteros.

            Otro maestro de quien nos habla la documentación relativa a estas obras, fue Pedro Miranda. Aparece por pleitos, no de la construcción contratada por haber hecho quiebra, sino por abusos con una señora. La Justicia actuó contra el dicho Miranda y, en consecuencia, le fueron embargados toda la piedra picada que está en la calle Nueva de esta villa, que la trajo el dicho Pedro de Miranda, y la tiene labrada para la fábrica del convento de San Francisco de ella. Además toda la herramienta de su oficio de cantero, como son: los picos, azadas, palas y las demás que se requieren para trabajar. Se dice en el desarrollo del pleito que, el importe de la piedra, será de valor de más de dos mil ducados. La pena económica no fue pequeña. Como ocurría con frecuencia, la sentencia fue recurrida.

            Podemos decir que para 1653 la iglesia estaba terminada, y fue el marco sencillísimo, propio del franciscanismo, para la ceremonia de la profesión de caballero de don Antonio López de Mirafuentes. Como señal de que el convento era una fundación municipal, se puso en la fachada el escudo de armas de la villa, que figura hoy día, como lo tienen las ermitas del Calvario y San Lorenzo.

            ¿Por qué se eligió este convento? Lo aclaramos. El título de Caballero del hábito de Santiago lo había firmado el rey personalmente en Madrid el 11 de marzo de 1651. La ceremonia, en circunstancias normales, debía celebrarse en el convento de Uclés (Cuenca), que era el centro principal de la Orden de Santiago. Ahora bien, nuestro protagonista se encontraba enfermo y pidió licencia al rey - que tenía la administración perpetua de la Orden por concesión del papa - para poder celebrarla en otro sitio. La cédula real le concede que pueda hacerlo en cualquier convento o colegio de la Orden de San Agustín y, no habiendo, de las de San Benito, San Bernardo y otros que hubiere en la dicha villa. La cédula real termina solemnemente: Fecho en Madrid, a seis de septiembre de mil seiscientos y cincuenta y tres. Yo el Rey.

            Como no había en Los Arcos otro convento que el de Capuchinos, pronto se hizo la elección. Era guardián o superior del convento, fray Jacinto de Cascante, que figura como el primero de los guardianes en toda la historia de San Francisco, de casi trescientos años. Dio todas las facilidades que requería el caso. Siguiendo las formalidades indicadas en la cédula real, sometió a un examen al señor Antonio López de Mirafuentes, encontrándole en todo bien informado y, por tanto, apto.

            La cédula regia, también libraba o dispensaba al señor López de Mirafuentes de los seis meses de galeras que tendría que haber cumplido durante el noviciado y de estar treinta días en el convento de Uclés. Pero, como nuestro caballero no había pagado el impuesto denominado media anata, tuvo que dar la limosna de cien ducados para los conventos de monjas de Valladolid y Granada. Seguramente serían monasterios de clausura.

            El día 6 de diciembre, dispuesto nuestro protagonista a hacer su profesión, vestido de un manto blanco, ayudó y comulgó en la misa celebrada por fray Jacinto de Cascante, a la que asistió la comunidad de capuchinos, recibiendo solemnemente de manos del celebrante el título que le acreditaba como tal caballero y las dispensas concedidas por el monarca. Entre los personajes citados, asistentes al acto figuran: el capitán don Francisco de Mendoza, recopilador de documentos históricos de la villa, y don Martín de la Plaza, sacerdote, el noble don José de Lana y Mendoza, siendo testigos oficialmente elegidos, Juan de Texada, menor, hijo del escribano que levantó acta, y Juan de Larrieta y Ramain, junto con otros vecinos anónimos.

 

            Sirva este compendio de datos para recordar la que, sin duda, fue la primera y única celebración de este tipo llevada en Los Arcos, aunque haya otros personajes, relacionados con nuestra villa, que también fueron de la misma Orden de Santiago.

 

                                                           Víctor Pastor Abáigar.

           

 

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