Inmaculada de la Casa Villoslada

Inmaculada de la Casa Villoslada

De buenas a primeras, al ver este título, podría pensarse que se trata de algún cuadro perteneciente al domicilio particular que hemos conocido como “Casa de Villoslada”, cuya última dueña fue la simpática comerciante Josefina.

         Pero el tema no va por ahí. Todos recordáis que, en ese rincón céntrico de la Plaza de Santa María, paraje para “el aguardiente”, bajo el pasadizo que une las dos primeras casas de la Calle de Medio, había un nicho con una imagen de la Virgen, talla en madera completamente ennegrecida y algo apolillada. No sabemos quién la colocó ni tampoco conocemos el tallista que la trabajó. Nos parece un buen relieve que podríamos datarlo en el siglo XVII, época barroca.

         Respecto a su origen, no hemos localizado en el Archivo Municipal ningún dato que indique que fuera colocada por decisión del Ayuntamiento de turno. Hay que suponer, como lo más probable, que los primitivos dueños del inmueble colocaran la imagen por su particular devoción. Tenemos algún precedente similar en el pueblo, en la Calle Mayor y en otros parajes, aunque con más datos históricos que los citados.

         Al inicio de la calle San Antón encontramos un nicho con la imagen del santo que le dio nombre. Pero la imagen original, muy distinta de la que ahora existe, estaba a continuación de la casa de Navarrete, un inmueble que fue demolido hace unos cuantos años. Tal zona de la calle San Antón y aledaños se conocía hasta el siglo XVIII como Barrio de los Infanzones. Ahí vivía Juan Antonio Ochoa de Baquedano. Dejemos que la documentación nos aclare la circunstancia para colocar la imagen y por qué se cambió el nombre de la calle.

         Fue Juan Antonio Ochoa de Baquedano quien, de forma indirecta y sin premeditación alguna, lo provocó. Este es el dato fehaciente: El motivo que indujo a comprar el santo (se refiere a la imagen de bulto de san Antón) y colocarlo en el frontis de su casa, fueron los infortunios y desgracias que experimentaba en morírsele muchas caballerías. Por lo visto era tratante de ganado. Antonio Ochoa de Baquedano fue quien personalmente mandó hacer el bulto de san Antonio (san Antón, que da nombre a la calle) a un escultor que, al tiempo, se hallaba en esta villa quien, sin haberlo concluido, pasó a la ciudad de Logroño de alguacil mayor y, el mencionado Juan Antonio, lo hizo traer de esa ciudad concluido y perfecto, pagando él mismo su coste.

         Pensamos que tal artista debió ser Diego de Camporedondo, gran maestro artesano de Calahorra que nos dejó su arte en la parroquia, construyendo la caja del órgano, los altares y retablos de San José y la Virgen de Nieva, además de la preciosa imagen de santa Catalina y la cajonería y retablos de la sacristía. Luego el vecindario se encariñó con la idea. Hubo pleitos vecinales y surgió el poner una imagen de san Antón, bautizando con ese nombre a la calle.

         Cosa parecida ocurrió con la imagen (ahora muy dañada) de “La Misericordia”, imagen del siglo XVI, tallada en piedra, colocada en la fachada de la actual Residencia de ancianos. Se debió a la iniciativa e interés de don Juan López Feo de Mirafuentes y su hermano Pedro, fundadores de la institución benéfico social conocida como Arca de Misericordia que, como sabéis, prestaba simiente a quienes no tenían para hacer la siembra devolviendo, tras la cosecha, la cantidad prestada. Por eso la calle se llamó, algún tiempo, “Calle de la Misericordia”.

         No ocurrió lo mismo con la imagen de la Virgen, situada en la encrucijada de la Calle Capuchinos y la que lleva al Rancho. El hermoso edificio derribado, fue en tiempos la Primicia Parroquial y la casa se llamaba Casa de Nuestra Señora, en referencia a la imagen que la presidía (felizmente conservada en su sitio) junto al edificio de la tahona. Como el Ayuntamiento administraba la primicia parroquial, él encargaría la obra a mediados del siglo XVII. Desconocemos el autor.

         Y ahora, ¿por qué traemos a colación esta imagen de La Inmaculada de casa de Villoslada? La casa primitiva en que se ubicaba el nicho y su imagen fue demolida por completo hace un par de años. El edificio no reunía las condiciones deseadas por sus nuevos propietarios y se deshizo desde los cimientos. Ahora bien, dada la singular ubicación y lo privilegiado del espacio y exigencias de urbanismo, el nuevo edificio debía guardar armonía con el conjunto de las casas circundantes: fachada de ladrillo cara vista con sabor antiguo, altura del inmueble respetando la del edificio precedente, y mantenimiento del porche tradicional donde el comercio sigue vivo. Han conseguido el objetivo muy correctamente. Indudablemente es más fuerte y seguro que el antiguo.

         Pero, dentro del conjunto, han cuidado de reconstruir de forma muy digna el nicho y colocar la imagen, pero limpia de la suciedad ambiental que la dejó negra y recuperando parte de su coloración primitiva. Sirvan estas líneas para agradecer a los nuevos inquilinos (Mari Jose, Ayúcar, etc…) el empeño puesto para dar nueva vida al negocio al par que han conservado este rincón de tantos recuerdos, de todo tipo, para el pueblo y sus vecinos.

         Como remate de estas breves líneas, ofrecemos unos versos, de corte clásico, en honor de la Inmaculada, a quien se le invoca con distintos títulos de resonancia bíblica.

 

CORDERA INMACULADA

 

Si hubiera Luzbel marcado

A esta inocente cordera

Inmaculada no fuera

 

URNA DE MANÁ

 

Este vaso de maná

Vaso de oro acrisolado

No fue vaso de pecado

 

ARCA DE NOÉ

 

Si no estuviera bañada

De gracia por dentro y fuera

Todo el mundo pereciera

Versos tomados de una capilla barroca, dedicada a la Inmaculada, en la Cartuja de Miraflores, Burgos. Aparecen pintadas en unas cartelas de los muros, decorados con grandes frescos.
 

Víctor Pastor Abáigar.

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